Icono y símbolo a lo largo de la historia. El poste de barbero parece querer resurgir de sus cenizas para invadir nuestras calles con su elegante colorido.
La historia del poste de barbero se remonta muy atrás en el tiempo, nada más y nada menos que a la Edad Media. En esta época de la humanidad el oficio de barbero distaba bastante de lo que hoy en día podemos ver. Y es que entonces los barberos realizaban diversas tareas además de la del corte y cuidado del cabello.
Entre las tareas que realizaban se encontraban las que hoy en día serían propias de dentistas o cirujanos, ya que se dedicaban a retirar piezas dentales, operaciones menores y sangrías (muy de moda en la época). Todo ello los convertía en más que barberos, los elevaba al rango de barbero-cirujano.
Y aquí es donde entra la invención de este poste tan representativo. Todo se debe a algo tan desagradable y sangriento como son las sangrías, en cuya ejecución el paciente agarraba con fuerza un poste para que se le marcaran las venas y así el especialista aplicara una serie de cortes para retirar la sangre “sobrante” del cuerpo, la cual teñiría el poste de rojo.
Después de la intervención el barbero pondría a secar las vendas empapadas en sangre enrolladas en el poste blanco, el cual colgaría fuera de sus negocios para que secaran las vendas y usar como reclamo.
Durante años estos postes blancos y rojos invadieron las ciudades para publicitar que allí encontrarías a un barbero. Más adelante en EE.UU. se le añadiría el color azul, unos dicen que en homenaje a los colores de su bandera y otros que representaba las venas.
Hoy en día es raro ver una barbería o incluso peluquerías sin su poste en la entrada, algo que demuestra que este oficio está en pleno auge y que no detendrá.
Esta es la breve pero sangrienta historia de cómo se originó este símbolo internacional.
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